Con una premisa hiperdramática, la nueva película de Tomas Alzamora (2025) presenta a un cuarteto de personajes entrañables que harán todo lo posible para conseguir la denominación de origen de la longaniza. Título que actualmente ostenta la comuna de Chillán.
Hasta el momento, la película chilena cuenta con Mención Honrosa y Premio del Público en el FICValdivia. Y fue reconocida como Mejor Largometraje, Premio de Prensa y Mejor Actuación para Luisa Barrientos, en el Festival de Cine Chileno. Por lo que esta película, con su novedoso formato falso documental, promete dejar contenta a la gente a partir de su estreno el 24 de abril.
La historia parte porque se le quita el título de “La mejor longaniza de Chile” a un producto sancarlino en una competencia de Chillán. Luisa, una pobladora activa de la comuna, reúne al Tío Lelo, DJ Fuego y el abogado Peñailillo en una cruzada sin precedentes: demostrar que la longaniza nació en la misma comuna de Violeta Parra y Los Ángeles Negros.
Oda al criollismo provinciano
Todo el rodaje fue realizado en San Carlos y con extras oriundos de la comuna. Se percibe la impronta de la ciudad chica con la Plaza de Armas, la sede de Junta de Vecinos, la venta de longanizas con bebida Piri y la peña con rancheras en vivo. Junto al desarrollo de los personajes principales y secundarios, el filme se siente genuino y nada forzado. Es la antítesis de Paz Bascuñan y su bullado personaje de mujer mapuche.
Lo anterior cobra sentido al saber que Tomás Alzamora es originario de San Carlos. Comentó en el visionado y conversatorio en Cine UC, que “la misma gente se involucró y quiso participar de la grabación, personas que habían soñado toda la vida con un momento así”, según cita Valentina Alegría en su reseña, quien asistió a la función.
A ratos cabe cuestionarse si lo que se está viendo es documental satírico, a pesar de que el longametraje está calificado como ficción. Esto se refuerza porque hay cameos a programas de TV abierta, ya que este filme está basado en una polémica real que se tomó los medios en 2017. Además la película (y los protagonistas) recurren a instituciones como el municipio de San Carlos, el SAG, la INAPI e incluso Gendarmería, con sus respectivos funcionarios.
Francamente, es una obra difícil de clasificar. No obstante, se siente como una primavera dentro de tanta producción centralizada y aesthetic. Con la diversidad de escenarios, y la melancolía en luces de neón, “Denominación de Origen” logra capturar la esencia de la zona central a través de los clichés típicos de la vida rural y la gente de provincia, sin caer en caricaturas. Vale la pena apostar a que se convertirá en una joya del cine chileno, en la que muchos podrían verse reflejados.
“La pelea no es contra Chillán, es contra nosotros mismos”
El proceso de inscripción de la longaniza se da varias volteretas. Sin embargo, “Denominación de Origen” cuenta muy bien el transcurso de un grupo de personas que, sin poder ni conocimientos, busca lograr una meta que parece fuera de su alcance. Entrega una recreación realista de la burocracia chilena, a la que agarra pal’ webeo en justa medida. Y cuando el trámite se pone serio, se embarca en un proceso legal muy bien contado.
Con tallas y todo, después del clímax de humor empieza a sentirse agridulce. Al principio, buscar el origen de la longaniza parece una meta ridícula, pero con los pocos avances, la frustración de los personajes es contagiosa. No solo se enfrentan a la falta de contactos o a procesos súper engorrosos, sino que también hay un sorpresivo desinterés de los sancarlinos. Y por supuesto, está el autosabotaje, que no es de extrañar cuando no se conoce el tejemaneje en las instituciones públicas.
“Denominación de Origen” es de esas películas que se siente más chilena que los porotos. Hay algo en la búsqueda de la identidad y en estar constantemente a punto de lograr algo, que se siente muy propio de nuestra historia. Hasta un guiño al plebiscito tiene la película, aunque no recomendada para vegetarianos/veganos sensibles.
Especial recomendación para la gente de la zona centro sur de quienes, personalmente y como conciudadana, deseo ver sus opiniones e impresiones. Inviten a sus abuelitos también.