En «Hombre Lobo» (2024), Leigh Whannell nos presenta una criatura atormentada por algo más que la maldición de la licantropía. La película se centra en la desgarradora lucha de Blake (Christopher Abbott) por resistir la transformación, impulsado por el amor a su esposa (Julia Garner) y su hija. Esta perspectiva familiar, aunque presente en otras versiones del mito, adquiere aquí una nueva dimensión, convirtiéndose en el núcleo emocional de la narrativa.
Whannell, con experiencia en revitalizar clásicos del terror como «El Hombre Invisible», se enfrenta a un público moderno, mucho más exigente con el género. Ya no basta con el monstruo y los sustos fáciles. Necesitamos historias con profundidad, personajes con los que conectar e, idealmente, una vuelta de tuerca al mito. En este sentido, «Hombre Lobo» tiene aciertos y desaciertos.
Y la presión es aún mayor considerando que Robert Eggers, conocido por su meticulosa recreación histórica y su enfoque visceral del terror en películas como «La Bruja» y la reciente «Nosferatu«, prepara su propia versión de «El Hombre Lobo». La expectativa por la visión de Eggers, que promete ser una interpretación más oscura y fiel al folclore original, plantea un desafío para cualquier otra película del subgénero.
La película de Whannell brilla en su exploración del drama familiar. La transformación de Blake no es solo física, sino también emocional, y el impacto en su familia es palpable. Whannell construye una atmósfera de tensión creciente, donde el monstruo representa tanto una amenaza externa como la manifestación de los miedos internos del protagonista. El terror no reside únicamente en los ataques nocturnos, sino en la anticipación, en la lucha desesperada por conservar la humanidad.
Sin embargo, la película no logra escapar del todo de ciertos clichés del género. Si bien la premisa de la enfermedad transmisible en lugar de la maldición sobrenatural es interesante, su desarrollo no alcanza la complejidad que se intuye. El guion, aunque funcional, podría haber profundizado más en la psicología del personaje y las consecuencias de su transformación en el núcleo familiar.
Visualmente, la película apuesta por los efectos prácticos, una decisión acertada que realza las transformaciones. Sin embargo, el diseño del Hombre Lobo en sí mismo no resulta tan memorable como en otras versiones cinematográficas de la historia. Se echa de menos la icónica figura del monstruo clásico, reemplazada por una criatura que, si bien aterradora en algunos momentos, carece de la fuerza visual que el mito requiere.
«Hombre Lobo» de Whannell se posiciona en un terreno más convencional. No es la reinvención radical que algunos esperábamos, pero sí una propuesta sólida que explora con sensibilidad el drama familiar en el contexto del terror.
Una película que, sin duda, satisfará a un público amplio, pero que quizás deje con ganas de más a los aficionados más exigentes del género, quienes esperan con ansias la interpretación más oscura que Eggers promete ofrecer.
Si buscas una película de terror con una dosis de drama familiar y te interesa la reinterpretación del mito del hombre lobo, «Hombre Lobo» (2024) es una opción que vale la pena considerar. Experimenta la tensión y el horror en la pantalla grande y forma tu propia opinión sobre esta nueva visión del clásico monstruo.
